martes, 10 de mayo de 2011

Ola


Estoy recostado en un calmo mar mediterráneo. Tengo los ojos cerrados y disfruto de la suave oscilación del mar. Alrededor hay botes con turistas y otra gente bañándose. De pronto, siento que se avecinan una serie de olas. Aguanto la respiración, preparándome para cuando estallen. Las olas se demoran. Temo que si suelto el aire, justo en ese momento caiga la ola sobre mí y no pueda volver a respirar. Aguanto un poco más. La ola no llega. No abro los ojos, sé que está por caer, está cerca, con toda su furia. Sigo aguantando el aire, con los ojos cerrados, esperando.

Pero la ola no llega.

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