Según el historiador romano Tito Livio, los etruscos eran más adictos a las prácticas religiosas que cualquier otra nación. Ellos transmitieron su práctica de la interpretación del hígado a los romanos. Esto sugiere una influencia oriental en la vida etrusca, derivada de creencias canaanitas, o de los magos asirios. Un modelo de bronce de un hígado, hallado en Piacenza, está dividido en cuarenta y cinco áreas, en cada una de las cuales está inscrito el nombre de la divinidad que la presidía.
De acá.
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