miércoles, 5 de septiembre de 2012

Campo de Concentración

- Ud. no es precisamente un sujeto. Pero simplemente para que entienda por qué ha sido traído aquí, debe entender primero el propósito del experimento. Es una investigación de procesos de aprendizaje. No necesito explicarle la importancia fundamental de la educación con respecto al esfuerzo de defensa nacional. En definitiva, el recurso más vital de una nación es la inteligencia, y la educación puede verse como el proceso de potenciación de la inteligencia. Sin embargo, como tal, es casi invariablemente un fracaso, ya que este propósito primario es sacrificado en aras de la socialización. Cuando la inteligencia está maximizada, es casi siempre a expensas del proceso de socialización -al respecto podría citar su propio caso-, y así, desde el punto de vista de la sociedad se ha ganado poco. Un dilema cruel.
Campo de Concentración, de Thomas M. Disch 

Somebody That I Used To Know

Otro Bob, el mismo

martes, 28 de agosto de 2012

Portadas de Ballard

Me encontré en un libro del CCCB estas portadas de J.G Ballard y me gustaron tanto que les saqué foto y las comparto con ustedes.

El viento de la Nada (The Wind from Nowhere)

El Mundo Sumergido (The Drowned World)

La Sequía (The Burning World)

El Mundo de Cristal (The Crystal World)

El Día Eterno (The Day of Forever)

martes, 14 de agosto de 2012

Martin Parr

Acabo de conocer al inglés Martin Parr que no para de hacerme alucinar. Creo que no había visto a nadie retratar y tratar la realidad de hoy en día así. Un maestro total.




Más que Humano

El deslumbrante canto de un pájaro traspasó las hojas. Evelyn sintió una picazón en los ojos, y un misterio nubló el bosque. Algo se estiró en su regazo. Bajó la vista y en ese momento las manos comenzaron a moverse, una sobre otra, sacándose los guantes; y luego ya desnudas, se elevaron hasta el cuello, pero no para esconder algo, sino para participar en algo. Evelyn inclinó la cabeza, y las manos, uniéndose con alegría bajo el severo orden del cabello, dejaron caer las cuatro horquillas y abrieron el alto cuello de la blusa. El aire encantado se precipitó sobre la piel con un grito silencioso. Evelyn respiró hondamente, como después de un carrera. Alargó la mano, desmañada y vacilante, y acarició lentamente las hierbas, como si ese acto pudiera aliviarla de aquel indecible y confuso deleite. No sucedió así, y Evelyn se volvió, y tendiéndose boca abajo sobre el lecho de hierbabuena temprana, se echó a llorar. La primavera era demasiado hermosa.
El idiota estaba en el bosque, examinando torpemente la corteza de un roble muerto, cuando de pronto algo ocurrió. Dejó de mover las manos y alzó la cabeza alerta y vigilante. Sentía las urgencias de la primavera, como un animal, y quizá algo más que como un animal. Pero de pronto la primavera no fue sólo un aire denso y esperanzado y una animada resurrección de la tierra. La presión de una mano sobre su hombro no hubiera sido más real que aquel llamado. 

- Más que Humano (1953), de Theodore Sturgeon.

jueves, 26 de julio de 2012

Los Tres Estigmas de Palmer Eldrich

Le pareció que perdía peso, nada más, al menos en un primer momento. Y después empezó a dolerle la cabeza, como si un martillo golpeara. Junto al dolor sobrevino casi en el acto un nuevo y agudo discernimiento: Emily y él estaban corriendo un riesgo terrible, y no era justo dejar que su mujer pasara por algo así sólo para aumentar las ventas. Era normal que ella se hubiera opuesto. ¿Y si Emily retrocedía en la evolución hasta perder su talento de ceramista? Ambos se arruinarían, su carrera dependía de que Emily siguiera siendo una de las mejores ceramistas del planeta.
- Basta -dijo él en voz alta, pero el sonido parecía no salir; no lo oyó, y aunque el aparato vocal parecía funcionar... sentía que las palabras se le quedaban en la garganta. Entonces comprendió. Estaba evolucionando, la cosa funcionaba.

martes, 17 de julio de 2012

La educación "dada vuelta"

¿Cuánto falta para que todas estas ideas se concreten en algo? ¿Por qué es tan difícil reformar la educación?

sábado, 23 de junio de 2012

Los Hombres Paradójicos




PROLOGO 
No tenía la menor idea sobre su propia identidad.
Tampoco sabía por qué braceaba con tanta desesperación en el agua fría y negra.
Ni por qué había un gran objeto maltrecho y brillante diez metros más allá, bajo la luz de la luna.
Por su mente aturdida cruzó por un instante la imagen de vastas distancias atravesadas a velocidad increíble, pero desapareció en seguida.
Le dolía terriblemente la cabeza y carecía de todo recuerdo.
De pronto, hacia adelante, un cegador destello de luz barrió las aguas y se detuvo sobre el flanco deshecho de la nave, que se hundía rápidamente. Creyó ver sobre el casco destrozado un animalillo de grandes ojos, con la piel aplastada al cuerpo estremecido.
Casi de inmediato apareció una lancha liviana, guarnecida en bronce, que se detuvo junto al casco. Supo entonces, sin saber por qué, que no debía demorarse allí. Tras comprobar que el objeto aferrado en su mano izquierda seguía a salvo se volvió hacia las luces distantes de la costa y comenzó a nadar con un lento y silencioso estilo pecho... 

- Los Hombres Paradójicos, de Charles L. Harness

martes, 19 de junio de 2012

El Mundo Sumergido

"Excepto los hombres más viejos, como Bodkin, no había nadie que recordara haber vivido en ellas, y aun en la infancia de Bodkin las ciudades habían sido fortines asediados, encerrados en enormes diques, desintegrados por el pánico y la desesperación, Venecias que se resistían a celebrar sus bodas con el mar. Las ciudades, hermosas y fascinantes precisamente porque estaban vacías, porque en ellas se unían extraordinariamente dos extremos de la naturaleza, eran ahora como coronas de oro abandonadas en una selva y cubiertas de orquídeas salvajes."
El Mundo Sumergido, de J.G.Ballard
-Pintura de Max Ernst

Bottom File Cabinet


The Thing


viernes, 8 de junio de 2012

jueves, 7 de junio de 2012

Bradbury



Tenga esto por seguro: cuando habla el amor sincero, cuando empieza la admiración franca, cuando surge el entusiasmo, cuando el odio se riza como humo, no hay duda de que la creatividad se quedará con usted toda la vida. El centro de su creatividad ha de ser el mismo que el centro de la historia y del personaje principal de la historia. ¿Qué quiere su personaje, cuál es su sueño y qué forma tiene, cómo se expresa? Una vez dada, esa expresión será el motor de la vida del personaje, y de la suya como Creador. En el momento exacto en que irrumpe la verdad, el inconsciente cambia del archivo de desperdicios al ángel que escribe en un libro de oro.

Mírese, entonces. Pondere aquello que lo ha alimentado durante años. ¿Fue un banquete o una dieta de inanición?

¿Quiénes son sus amigos? ¿Creen en usted? ¿O le atrofian el crecimiento a fuerza de ridículo e incredulidad? Si este es el caso, usted no tiene amigos. Vaya a encontrar alguno.

Y por último, ¿se ha entrenado lo suficiente como para poder decir lo que quiere sin sentirse maniatado? ¿Ha escrito lo bastante como para estar relajado y permitir que la verdad salga sin que la arruinen poses afectadas ni la cambie el deseo de hacerse rico?

Ray Bradbury en Zen en el Arte de Escribir

- Foto: Crema / Texto (que sigue en): The Palermo Manifiesto

miércoles, 30 de mayo de 2012

Buena Televisión

Hace tiempo que quiero escribir sobre esto.


Un precio a Pagar

Saben que me colgué sobremanera con Fringe y que me parece una maravilla. Igual, mientras avanzaba en sus temporadas se me fue formulando la idea de que hay un precio a pagar por ver buena televisión. Fringe, en sus 24 entregas por temporada, tiene capítulos muy mediocres, de relleno, o puramente informativos. Inclusive dentro de cada capítulo (hasta de los mejores) cae en momentos repetitivos, insípidos, y hasta patéticos, culpa quizá del apuro en los ritmos televisivos, o por la falta de inspiración del guionista o director de turno.

El chiste repetido mil y una vez de Walter comiendo o queriendo comer frente a cuerpos abiertos, pedazos de cerebro, etc., es un ejemplo de estos altibajos. Algunas veces tiene gracia, está bien hecho y hasta bien aprovechada la complicidad con el espectador (que sabe que uno de estos chistes sale en cada capítulo); pero otras, cuando llega la escena del chiste, uno siente que toda la atmósfera de la escena anterior (tantas veces endiabladamente buenas) se fue al carajo. Lo mismo ocurre con el product placement de celulares, autos, etc. Son "saca-pegues".

Pero es un precio que uno paga contento porque sabe -acorde lo que sucedió hasta ahora- que algo más poderoso, verdadero, revelador y terrorífico, espera más adelante.

Ahora estoy con Breaking Bad (3ra Temporada). El precio se sigue teniendo que pagar, porque hay capítulos que están más o menos. Pero algo muy valioso que reconocerle: un buen capítulo de Breaking Bad es una obra muchísimo más acabada, lubricada, y perfecta que uno bueno de Fringe (que casi siempre tiene altibajos). El final de la segunda temporada en Breaking Bad es arrollador y, más allá de cualquier justificación, confieso que B.B me gusta más.


Más que una Historia

No vale la pena que me ponga a delirar en este post sobre qué tan profundo puede hincar el diente una película o cualquier obra audiovisual. Algunos amigos me han reprochado esta manera rigurosa de apreciar los audiovisuales. Porque a mi ver, mientras una serie (película, videoclip, o lo que sea) cuenta la historia que cuenta, un entramado infinito de cosas se pueden empezar a entrecruzar entre las imágenes y la cabeza del espectador.

De esta modo Fringe es, además de la historia de una oficina del F.B.I encargada de casos "inexplicables", un retrato de la fragmentación del poder, de la locura, de las pasiones humanas al límite. Breaking Bad (la historia de un profesor de química que para financiarse el tratamiento de cáncer comienza a manufacturar metanfetaminas) es también el retrato del lonely place masculino, el deschave de un sociedad que se sostiene en la hipocresía, un sacudón a los límites de la "buen moral" norteamericana, el choque cultural que representa la frontera con México, o el peso de la acción humana en la realidad. Y más, mucho más.

Más que el Cine

No es nueva la idea de que la televisión está haciendo cosas que el cine no se anima a hacer. Estas dos series son, de lejos, prueba de esa hipótesis. Si buscásemos equivalentes a nivel de historia para estas dos series en el cine de hoy podríamos nombrar, para Fringe, la boluda adaptación de P.K.Dick, 'The Adjustment Boreau', que copia a mansalva de Fringe, salvo en todo lo que tiene que ver con construcción de intriga, misterio, revelaciones terroríficas. Viendo 'The Adjustment Boreau' uno puede sentir que está ante una joda de Tinelli echa con 50 millones de dólares. Otro ejemplo es la adolescente 'Source Code', prima hermana de 'El Efecto Mariposa'. El terror orquestado de Fringe no se ve en el cine norteamericano de hoy en día, con la posible excepción de algunos momentos de 'Super-8' (sobre todo la secuencia del tren), dirigida por J.J. Abrams, uno de los creadores de Fringe.


Breaking Bad podría emparentarse con 'Noise', aquella mala copia de la ya pobretona 'Falling Down', aunque sería caprichoso, porque en estas los personajes estallan por saturación y no por necesidad. Calza mejor 'John Q', 'Fuera de Control' o 'Días de Ira', que caían todas en los tics moralistas y el desenlace conservador que Breaking Bad elude a rajatabla. Porque en esta serie la cuestión del sistema sanitario norteamericano (o judicial, en el caso de las dos últimas películas) es la excusa para disparar algo mucho más grande que una denuncia específica: se trata de una puerta al infierno que subyace bajo la aparente estabilidad de una sociedad represora y reprimida, y también al poder infernal que palpita bajo el rostro apacible de un profesor de química bonachón.



Después, una serie permite cosas que ya el cine ni podría plantearse. Cinco temporadas de una serie representan 5 años en la vida de sus actores. En el caso tanto de Fringe como de Breaking Bad hay dos personajes jóvenes que atraviesan un proceso de cambio y maduración, que se refleja tanto en el personaje como en el encare propio del actor. Es el caso de Joshua Jackson (Peter Bishop, en Fringe) y de Aaron Paul (Jesse Pinkman, en B.B). Jackson empezó representando un personaje engreído, con la autoestima por el cielo y desprendido de todo vínculo. La actitud del personaje estaba más o menos reforzada por la "dureza" del actor, incapaz de interpretar procesos emocionales sin desentonar con el resto del elenco. Aaron Paul, en el principio de Breaking Bad, interpreta a un adolescente tardío, drogadicto, caprichoso, mantenido, y muy pelotudo. Su intranquilidad y nerviosismo se refuerza con su sobre-actuación, su gestualidad exagerada.

En ambas series, una línea narrativa consiste en el proceso de maduración de estos personajes jóvenes. Peter, en un planteo con el que varios semiólogos psicoanalíticos se deben masturbar, logra perdonar a su padre, asume su verdadera identidad, descubre el amor y se enfrenta a su destino. Jesse se independiza de sus padres, también descubre el amor (con menos suerte que Peter), deja las drogas y asume su papel maduro en el negocio que le compete. Estos cambios en los personajes, para que sean "reales", obligaban una maduración en la interpretación de los actores. En ambos casos esta transformación parece lograrse por medio de un juego con el protagonismo los personajes. Capítulos que operan como rituales para el actor, donde se rompen los límites de sus interpretaciones y se los lleva a un nuevo lugar.


En Fringe hay un capítulo crucial para esta transformación: What Lies Below. Se trata del caso sobre un virus que se hospeda en las personas, apoderándose de su personalidad y, por lo tanto, de la capacidad para disimular el contagio (un poco el mismo planteo que 'La Cosa'). Sucede que Peter se contagia y en su transformación se abre una brecha en la interpretación de Jackson que no se había visto hasta ese momento: el personaje cerebral y maquiavélico se vuelve físico, su gesto infantil se vuelve diabólico. El desafío llevó al actor a un nuevo lugar, como si hubiese ido y vuelto del infierno. Hacia el final de esa misma temporada, ya consciente el personaje de su verdadera identidad, Peter daba un paso crucial: en el capítulo Northwest Passage se alejaba de su padre y se enfrentaba por su cuenta (con la ayuda de una adorable sheriff de pueblo) a un evento fringe. El lugar que ocupa Walter en la serie lo ocupaba Peter en este capítulo, activándose uno de los ejes temáticos de toda la serie: el lugar del hijo en relación al padre, el llamado a superarlo en sus fallas, la necesidad de desprenderse de su protección. 'Na einai kalitero anthropo apo ton patera tou' (Sé un mejor hombre que tu padre), es una frase que reaparece a lo largo de toda la serie. De esta separación (y de esta temporada) Peter, y la capacidad de Joshua Jackson, salen completamente transformados.


El caso de Jesse, en Breaking Bad, es igual de contundente. En el capítulo Down, los padres lo echan de la casa de la tía (que él consideraba suya) y, después de una larga serie de infortunios, va a terminar llorando en el piso de la furgoneta donde cocinan meta, empapado en el líquido azul de un baño químico, acurrucado y con la máscara respiratoria puesta. Lo que se le cae arriba a Jesse es lo sólo que está. Cuando al día siguiente Walter le escupa toda su incompetencia en la cara, Jesse se descarga con él, al punto de que casi lo mata. El capítulo, como con Peter, funciona como una especie de ritual para el actor, que en la piel del personaje se enfrente a un desafío interpretativo que lo lleva a un nuevo lugar. Esta transformación alcanza el punto más alto en Jesse cuando en el capítulo ABQ, el último de la segunda temporada, tiene que asumir la pérdida de la mujer de la que se había enamorado. En lugar de apelar a una cosa sobria, Jesse se enfrenta al hecho con un lamento profundo, como un niño horrorizado, enterrándose en una depresión que va a demorar varios episodios en irse. Al final de este proceso, buena parte de la representación del personaje va a haber cambiado contundentemente.

Y ta. Eso.