Es interesante lo que pasa con esta película holandesa de Paul Verhoeven, 'El Cuarto Hombre' (1983), en estos tiempos donde se estuvo discutiendo 'Cisne Negro'. La peli trata de un escritor que vive constantes fugas a un mundo de fantasías, que lo seducen y obsesionan. La sexualidad y la religión se cruzan en el asunto, pero de un modo tan de manual y lúdico que termina pareciendo una telenovela filmada en celuloide.
En sí, es lo mismo que 'Cisne Negro' aunque con menos golpecitos de terror. Y lo que me hace preguntarme es hasta qué punto "sirve" proponer una fuga a la fantasía y al mundo interior de las imágenes si todo el tiempo se va a estar explicando y justificando esas fugas a partir de un hecho de lo real. En la fantasía aparece sangre y es porque se cayó jugo de tomate sobre una fotografía (sic). La fantasía pierde su carácter caótico y pasa a estar controlado por un director que busca presentarle al espectador imágenes removedoras, jugadas o lo que sea, pero siempre con un respaldo y la garantía de que los límites de la realidad son claros: Es el personaje y no usted, doña, el/la que pierde la cordura...
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