viernes, 12 de noviembre de 2010

TXT :: Mi vecino, el perro

# Tengo por vecino un perro que ladra todo el tiempo. Lo tengo en la puerta de mi dormitorio, porque mi dormitorio es un garage. Mis perros, los dos, a veces se envenenan y le ladran también... O sea, ladran los tres en la puerta de mi dormitorio. Hace más de dos meses que estoy pensando en poner una tela negra para que el perro no me vea llegar. Cada vez que llego a mi dormitorio el tipo me ladra, pocas personas imaginan lo que es eso. Llegar no a tu casa, A TU DORMITORIO y ser ladrado por una bestia que si no fuese por la reja y el alambrado -que los anteriores dueños pusieron- el loco se me tira arriba y me mata en el acto, me despedaza literalmente.

# Yo le hablo. De verdad, le hablo. Me gusta hablar con los animales y los bebés y muchas veces siento -capaz que es delirio, pero lo siento igual- que me comunico. Con este loco no hay caso... A veces lo miro como un experimento y me pregunto si es la raza o el fascismo de mis vecinos humanos (desde hace 3 meses que vivimos acá y nunca mostraron la cara) lo que lo convirtieron en esa máquina desaforada de sufrir y matar, de odiar.

# En dos oportunidades, le intenté dar comida. Confieso que quería aplicar un método Pavloveano que lo hiciera quererme más a mí que a sus dueños y que se deje de joder. Pero más allá de la complejidad que me implicaba salir o llegar de mi dormitorio (siempre) con algo de comida en la mano... no pude ni empezar el asunto por mala suerte. La primera vez, el pedazo de pan se perdió entre las plantas y la reja medianera. El endemoniado dejó de ladrar para buscarlo, todo desesperado pero sin suerte (otro trauma para el desgraciado). La segunda fue con un grisín. Pasé un extremo pa'l otro lado, sosteniéndolo, y el tipo dejó de ladrar y como que se tentó. Acercó el hocico y empezó a oler el asunto. Y entonces, de golpe, como que me olió a mí y se llenó de furia. Tiró un tarascón y yo saqué mi mano a pesar de que la protegía una reja, por puro miedo. El grisín cayó de mi lado y yo lo tiré a la mierda, perro conchudo.

# Recién, antes de empezar este post, entrando a mi dormitorio, me encontré con el perro que me ladraba -como siempre- pero con la voz más cascada, como afónico. (En realidad hace días que lo noto... Está más viejo. Está muriendo de angustia, finalmente... por suerte. Muere por estar encerrado todo el tiempo en un lugar y con una misión única y clara: destruir todo lo desconocido que se acerque) Le vi una cara nueva. Una cara de retardado, tonta. Similar a la que debe tener el torturador de Pulp Fiction, debajo de esa máscara de cuero y fuera del baúl en el que vive encerrado.

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